El mundo se empieza a complicar cada vez más, cada vez que ejerces una pisada en lo que llegamos a considerar como algo efímero, algo con un sustento de los cuales no somos consientes del sonido y de la repercusión que llega a tener esto.
No niego sin embargo que no haya escrito nada en estos meses que llevo aquí de inactividad, mintiéndoos sobre mi llegada y por ello disculpas, pero sí. He estado escribiendo en otros blogs que no son estrictamente de literatura, sino más como diarios que se evacuan de una forma u otra en la fuente de creación y esperanza que supone la evolución de la vida.
Me considero alguien no inteligente, sino consciente de lo que puede suceder en el futuro, algo así como un visionario o un onironauta. Lo he hecho espléndidamente, porque de todo el flujo, de todo ese río, ese mar, ese océano del que constaba mi imaginación hace unos años en los cuales suponía pero ignoraba la faltalidad del concepto crecer como individuo, ha quedado reducida a cenizas, puras y muertas cenizas que rezo diariamente para que de esos instantes que salen en los libros de Tolkien, donde en el último suspiro puede Frodo ponerse el anillo o aparecer Gandalf montado en la libertad ante el incendio del conocimiento, para que se restaure ese mar que moría en mí de imaginaciones y de vidas, escenas fantásticas que a día de hoy a duras penas quedan reducidas a pequeños flashes o ideas liliputienses de las cuales no se ni encontrar las palabras.
La causa encontrada creo yo que es el crecer. El crecer a demás de darte la madurez necesaria para seguir de cerca la moral del esclavo y ni plantearte renovarla, el crecer hace que sientas un vacío por dentro y ese vacío se llena con tiempo que no tienes para perder por ir haciendo X cosas en tu tiempo libre o no libre, pero seguramente inútil para gastarlo en escribir memeces fantásticas.
Deklan, no quiere crecer, se aferra lo posible para no tener que crecer o que si lo hace sea de un modo donde tenga la posibilidad de crear un puente, un periplo por el que navegar toda la imaginación de un niño, sin embargo Luxor no... Luxor no crece y sin embargo tiene tantas ganas de hacerlo que sino lo hace estallará.
Qué paradójica es la vida, no? sin embargo, cada cual a su mundo. No quiero ni pienso dejar vultray, ese reino liderado por un pactismo impartido por un príncipe negro que domina todo y sus entradas a los mundos reales que suponen árboles con caras o catedrales submarinas...
Ahora Matt ha crecido, pero Deklan nunca, nunca, nunca lo hará. Como mucho mucho... amará.
No niego sin embargo que no haya escrito nada en estos meses que llevo aquí de inactividad, mintiéndoos sobre mi llegada y por ello disculpas, pero sí. He estado escribiendo en otros blogs que no son estrictamente de literatura, sino más como diarios que se evacuan de una forma u otra en la fuente de creación y esperanza que supone la evolución de la vida.
Me considero alguien no inteligente, sino consciente de lo que puede suceder en el futuro, algo así como un visionario o un onironauta. Lo he hecho espléndidamente, porque de todo el flujo, de todo ese río, ese mar, ese océano del que constaba mi imaginación hace unos años en los cuales suponía pero ignoraba la faltalidad del concepto crecer como individuo, ha quedado reducida a cenizas, puras y muertas cenizas que rezo diariamente para que de esos instantes que salen en los libros de Tolkien, donde en el último suspiro puede Frodo ponerse el anillo o aparecer Gandalf montado en la libertad ante el incendio del conocimiento, para que se restaure ese mar que moría en mí de imaginaciones y de vidas, escenas fantásticas que a día de hoy a duras penas quedan reducidas a pequeños flashes o ideas liliputienses de las cuales no se ni encontrar las palabras.
La causa encontrada creo yo que es el crecer. El crecer a demás de darte la madurez necesaria para seguir de cerca la moral del esclavo y ni plantearte renovarla, el crecer hace que sientas un vacío por dentro y ese vacío se llena con tiempo que no tienes para perder por ir haciendo X cosas en tu tiempo libre o no libre, pero seguramente inútil para gastarlo en escribir memeces fantásticas.
Deklan, no quiere crecer, se aferra lo posible para no tener que crecer o que si lo hace sea de un modo donde tenga la posibilidad de crear un puente, un periplo por el que navegar toda la imaginación de un niño, sin embargo Luxor no... Luxor no crece y sin embargo tiene tantas ganas de hacerlo que sino lo hace estallará.
Qué paradójica es la vida, no? sin embargo, cada cual a su mundo. No quiero ni pienso dejar vultray, ese reino liderado por un pactismo impartido por un príncipe negro que domina todo y sus entradas a los mundos reales que suponen árboles con caras o catedrales submarinas...
Ahora Matt ha crecido, pero Deklan nunca, nunca, nunca lo hará. Como mucho mucho... amará.