Sueños

Todo empezó en aquel espeso bosque, de frondosos árboles, recónditos tras el velo de la noche la cual alzaba a su emperatriz al cielo vestido con su traje blanco y su báculo con el cual reinaba con su luz la oscuridad de la noche. Tras los enormes robles, de tronco ocre enroscado se hallaba un lago, de cristalinas aguas mecidas por el viento céfiro de aquella noche, de la cual surgían nenúfares como cantos de sirenas. A lo lejos, difuminada con acuarela blanca se veía una pequeña montaña, de cumbre nevada y fría como la escarcha acumulada en la punta de las hojas rojas de los robles, que se tornalunaban blancas y argentosas tras el reflejo de la Luna llena que alumbraba los reinos perdidos de aquel bosque sin fin. Aquellos reinos perdidos que se ocultaban en el bosque un día, un hombre les puso el nombre de sueños. Vanos sueños son los que se explicarán a lo largo de este relato, que, al igual que los sueños, nunca acabó ni acaba, pero tampoco acabará.

miércoles, 19 de junio de 2013

Capitulo 3: 9 de abril de 2013: La leyenda del hada y el mago

A quien corresponda;

La mañana se nos despertó un tanto tranquila, siguiendo ya nuestra rutina, a la planta numero 10, Valle- Inclán, desayunando el menú diario de porciones de frutas, tortitas típicas americanas con su sirope, churros y porras y algunas tostadas recién hechas aunque un tanto..., tostadas.
Bajando otra vez a nuestras habitaciones - tras comer a una velocidad descomunal, normal aparentemente -  nos quedamos allí.
La mala noticia de tener que visitar Génova tan solo por la tarde, debido a que aún no habíamos llegado a puerto, causó al principio, un cierto alivio de no ir corriendo de un lado para el otro, pero al notar que las horas, literalmente pasaban, cada vez, el hastío y el aburrimiento, se apoderó al menos de nuestra habitación, la 148.
Aún seguía oscura la habitación y dos de los componentes de la habitación - me incluía a medias - se pusieron a ver una pelicula, aquella que daban durante todo el día unas cuarenta veces, hasta el hartazgo, para complacer a aquellos que no salían de la habitación durante la estancia supuestamente temporal, en el barco. Justo daban "Sombras Tenebrosas", de Jonny Depp y aproveché para sacar la consola portátil y comenzar a jugar, pese a que el juego no era muy, digamos, conocido. Al rato, una media hora pasada, picaron a la puerta y con esperanza de haber perdido ya el tiempo hasta las 2 de la tarde, abrí, pero era una de las compañeras del viaje. Rapidamente y con insistencia se tumbó en la cama que había anclada al suelo, la única vacía, y se puso a dormir de una forma un tanto irónica. Me estire sobre el otro extremo de la cama y así quedamos durante las tres horas que faltaron para ir a comer, dos mirando repetitivamente las peliculas, ella durmiendo, tranquila de ser italiana, y yo jugando, perdiendo entre las espadas, el tiempo.
Justo antes de llegar la hora, picaron a la puerta y ya nadie abrió, todos enfrascados en nuestros asuntos. Pero picó con tanta insistencia, que yo, postrante en la cama de abajo, tube que abrir. Abrí la puerta, y tan oscura era nuestra camara, que parecía que el sol cegaba nuestra "cueva". Se trataba de otro compañero, que entró y se unió a los que yacían encadenados a la televisión en las literas superiores, yo continué haciendo compañia a nuetra amiga.
Pasaron las horas aun, y comimos, todos juntos, como de costumbre en la cubierta al lado de la piscina, cubierta a la noche por la multitud adolescente de la discoteca, y por la planta manuel machado, nos dirigimos a Génova. Pese a que Génova es conocida por el Puerto de Génova no atracamos ahí sino en un tetrico y monótono puerto de cromatismo metalico.
La guía cambió y esta vez se trataba de una excentrica guia, de notadas arrugas faciales y excesivo maquillaje azul, y extensas pestañas artifiales, que a su esfuerzo de hablar español, acababa todas las palabras que terminaban en vocal, con una  "n" ahogada.
Fue un largo trayecto junto a un grupo anexo a nuestro itinerario, procedentes de Murcia. Mientras la voz de la guía era interminable, podíamos observar desde el autocar, los apeninos, las montañas, ciertos cementerios de tétrica vista, y puertas góticas antiguas.
Bajamos del autocar, y en una larga ruta andando, recorrimos toda la ciudad, formando un grupo, expuesto también por la misma guía. Pasamos por el Palacio Rojo, donde había una gigantesca lámpara de oro, la más grande del mundo, decían, y algunas esculturas que pasaron desapercibidas a los ojos de su creador, Rossi.
Luego repetimos el itinerario en el Palacio Blanco, y fuimos a una plaza central de grandes dimensiones con una fuente, donde las fotografías cegaban las fuentes con los flashes. Las nubes negras monegascas se aproximaban lentamente, peviendo que llovería en Génova.
Tras el recorrido, caminando por la calle petrarca y una increible vista desde arriba, de la ciudad, nos dejaron libres en el Puerto antiguo de Genova.

Allí, nos encontramos una Caravela, de dimensiones fantásticas, semlantes al Galeón de Piratas del Caribe. Junto al amigo que nos llamó al camarote a la mañana, nos aproximamos, justo al lado del acuario, al cual no pudimos entrar y nos sacamos una fotografia conel barco como fondo.
Tratamos de aproximarnos más, pero todo estaba lleno de personas, con  mala cara, y con vista hacia nosotros e turistas, así que salimos relativamente rápido de allí, y nos reunimos con el resto del grupo, que prefirió comprar regalices y nubes gigantes, a mirar el puerto de Genova.
Al cabo de una hora, recluídos en un puesto del mercadillo de Genova, todos mirando fundas para mobiles, con banderas de España y otras cosas (Paradojas, ¿no?) nos volvimos al autocar, que nos llevó de vuelta al Barco, ya a las ocho de la noche.
Pese haber terminado la ruta, la guía seguía habando y no paró hasta que la profesora se levantó para irse, cuando el autobús, se había parado ya. Nos despedimos y con rapidez, volvimos a refugiarnos en el barco.
Aproveché a salir a la cubierta, para observar la maravillosa puesta de sol, que desde el  barco se veía. También aproveche, cosas que no entiendo a utilizar el roaming, para mí, geroglíficos encriptados, para gastar menos dinero, con un tanto por ciento de no se qué, y si llamaba en ese instante, pagabas un 2% menos, y matemáticas inexplicables. Pasó media hora, y ya arreglado, piqué en la habitación 152, donde se encontraba nuestra amiga,los tres de mi camarote y los cuatro del suyo, nos reunimos, y juntos, si mal no recuerdo, nos dirigimos al Gran Teatro Alameda. Separados nosotros de los otros grupos de camarotes, que se distribuían dispersos por las dos plantas que tenía el teatro, fui a buscar, una delicia, probada esa tarde, junto a dos amigas más, y un integrante de mi camarote, y nos encantó, simplemente, su esencia y Sabor.
Era un "Pink Panther" un coctail (o cóctel) hecho de fresa, coco y plátano, mezclado con un aguinaldo de cereza. en la punta.

Debido a esto, y la espera del preparación - muy lenta - del coctail, llegué tarde al espectáculo, justo de magia, mezclando más que nada, una mágia irónica, abusrda y dadaísta.
Por pasar en medio de su actuación, tapando durante un segundo a los espectadores VIP y que la camarera que me habia preparado los cócteles, me siguiese por detrás, creo un nuevo humor en el espectáculo.
Pero fue, cuando después de un rato pasado, un hada se acercó a mi. Con tal nombre y con dulce apariencia adolescente, compartí todo el espectáculo con ella. El mago, coincidiendo con su primer asiento, nos cogió, al hada y a mi, como voluntarios, y pese al espectáculo era más humorístico que mágico, pues las risas no pararon de saltar.
Ahora si queria irme pronto, a las dos de la mañana, con la rutina de la fiesta en cubierta diaria hasta las tantas, no queria que me estopease, una de mis salidas favoritas, Oh, como te amé, !Florencia!

http://www.youtube.com/watch?v=eQt5bX6fT1s
 

lunes, 10 de junio de 2013

Capítulo 2: 8 de abril de 2013: Curvas de lluvia

A quien corresponda;

Se despertaba la mañana en alta mar aún, y con una mala y espesa niebla. La habitación, constituída por tres, no tenia ventanas, pero no tardamos en divisar el blanco del exterior, por la planta Ramón María del valle Inclán, con escaliatas infinitas con finos baños de oro, y una atercipopelada alfombra turca que llamaba mi atención...
Perdimos un tiempo, allá unas dos horas, donde inspeccionamos el barco de arriba a bajo. Todos expectantes de, mas o menos a las once de la mañana, una gris niebla cubria Ville-Franche, pero no escapa a los objetivos de pícaras camaras de memoria.
Decidimos, decidieron, comer en el barco, y como siempre, el buffet solia consistir en las típicas patatas con hamburguesas, pero en pantagruélicas cantidades, inimaginables sobre la faz terráquea - pero no la acuatico-lúdica- con lo cual, todos llenos y con sopor, emprendimos el viaje en una lancha no muy comoda, con un movimiento que mareaba el pescador, durante unos largos cinco minutos ya confusos en mi memoria, donde, no franceses, sino pescadores, nos desembarcaron en su entrada a la ciudad. El barco no cabía en el puerto, de lo grande que era.
Cogimos un autobús, "Stella", con su guía, Viviana, mismo que nuestra tutora, que como uno más, utilizaba los audífonos de un solo auricular para escuchar las explicaciones. Pasamos por casas colosales, gigantescas, pantagruélicas, por su lujosa e irónica cárcel, y todo a una velocidad sobrehumana, con tal velocidad, la que explicaba, que sugería un pavor a perder el tiempo.
Paramos en un párking, pero no cualquiera, sino un "párking monegasco", al lado de un puesto de coches ferrari y Aston Martin deportivos,  de impresionante porte, bajo las nubes insistentes sobre nosotros.
Llegamos a los jardines del casino de mónaco, pese a la prohibición de la entrada tanto por gala - la mayoria unos shorts, o pantalones vaqueros, y una camiseta manga corta con dibujos o lisa de colores estridentes- y la edad, menor de la que permitían. Todo muy galante, sobre todo, en nuestro tiempo libre. Este constaba de veinte minutos, en los cuales nos transformamos en japoneses en barcelona, corriendo estresados, tanto que el cielo lloró.
Cuando nos dirigimos a la famosa curva del circuito de Mónaco de Fórmula 1, empezaron a caer primero una, luego otra, y a los diez segundo, un torrente, una ducha cogió a todos de imprevistos, menos algún que otro precavido.
Bajo las lágrimas del sol, intentamos ir de compras, a un cercano lugar donde vendían, cómo no, estatuillas del casino y camisas de ferrari, y allí es donde se vio el poder adquisitivo de cada uno, con cantidades específicas para cada cosa y llevando así consigo, mil y una baratijas de imanes de nevera y maquetitas de cinco euros cada una - así que barato nada- y corrímos al autobús, pese a que antes paramos en un típico Mc. Donalds, pese a que no pudimos entrar; el semáforo se puso en verde.
Volviendo otra vez bajo un techo, salpicamos las calles y llegamos al oceanográfic de Jaques Costeau, el famoso biologo marino, pese a que tampoco entramos ni a la catedral donde se hallaban enterrados todos los principes de Mónaco...
Nos dejaron tiempo libre, y aprovechamos a ir al famoso puerto de los jeques, y al ayuntamiento y continuar con el ansia de imanes de nevera.

Casi nos ibamos, cuando, sin darmee cuenta me senté en una de las representativas y legendarias balas de cañon del principado de monaco, donde un típico Carabinieri, llamó la atención, pero no le escuché muy bien, e hice más caso a los gestos escándalosos del grupo de personas que reagrupadas que gritaban por avisarme. Pude llamar a casa...
Tras todo un  viaje de vuelta, vimos por primera y última vez, mónaco.
Llegamos así a las ocho de la noche al barco, donde la gente, muerta, al menos los que me lo comunicaban, y nos dividimos en algunos grupos...
El objetivo, era mirar aquel grandioso mundo acuático, y algunos decidieron tomar un espeso baño del Jacuzzi en la cubierta, contemplando la puesta de sol, y otros, fueron al Gran Teatro Alameda.
Esta noche, junto al grupo de las dos profesoras y unos cuantos muchos del mismo grupo, la mayoria, sin embargo, chicos, fuimos al Alameda allá una media hora de haber partido de mónaco.
Esa noche había un espectáculo, no muy grabado en mi memoria, que era el de "La noche de Bollywood en el Grand Holiday". Fue divertido el espectáculo, pero no hubo muchos comentarios, asi que a las diez y media aproximadamente, fuimos a cenar, al  restaurante nocturno asignado, el "Restaurante Vistahermosa". Mesa 22, grupo "San Ferrand" la mesa más activa y divertida, con un surgimiento de temas de conversación un tanto... de crucero.
Volviendo a los camarotes, allá por las once y media de la noche, nos vimos envueltos en la temática de esa noche, "Los Años 70-80 Revival" en la discoteca de la planta 8, Pío Baroja, donde se hallaba tambien el restaurante y el gran teatro.
Pese a eso, nos dirigimos el grupo de catorce personas más o menos, todas reprimidas como anchoas en un inmenso ascensor y nos dirigimos a la cubierta, donde la fiesta latina continuaba.

Quería ver Génova, así que opté por irme a las dos de la nañana - irónico,¿no?- pero logre dormirme media hora después...
Genova, proxima ciudad te espera!!!