A quien corresponda;
La mañana se nos despertó un tanto tranquila, siguiendo ya nuestra rutina, a la planta numero 10, Valle- Inclán, desayunando el menú diario de porciones de frutas, tortitas típicas americanas con su sirope, churros y porras y algunas tostadas recién hechas aunque un tanto..., tostadas.
Bajando otra vez a nuestras habitaciones - tras comer a una velocidad descomunal, normal aparentemente - nos quedamos allí.
La mala noticia de tener que visitar Génova tan solo por la tarde, debido a que aún no habíamos llegado a puerto, causó al principio, un cierto alivio de no ir corriendo de un lado para el otro, pero al notar que las horas, literalmente pasaban, cada vez, el hastío y el aburrimiento, se apoderó al menos de nuestra habitación, la 148.
Aún seguía oscura la habitación y dos de los componentes de la habitación - me incluía a medias - se pusieron a ver una pelicula, aquella que daban durante todo el día unas cuarenta veces, hasta el hartazgo, para complacer a aquellos que no salían de la habitación durante la estancia supuestamente temporal, en el barco. Justo daban "Sombras Tenebrosas", de Jonny Depp y aproveché para sacar la consola portátil y comenzar a jugar, pese a que el juego no era muy, digamos, conocido. Al rato, una media hora pasada, picaron a la puerta y con esperanza de haber perdido ya el tiempo hasta las 2 de la tarde, abrí, pero era una de las compañeras del viaje. Rapidamente y con insistencia se tumbó en la cama que había anclada al suelo, la única vacía, y se puso a dormir de una forma un tanto irónica. Me estire sobre el otro extremo de la cama y así quedamos durante las tres horas que faltaron para ir a comer, dos mirando repetitivamente las peliculas, ella durmiendo, tranquila de ser italiana, y yo jugando, perdiendo entre las espadas, el tiempo.
Justo antes de llegar la hora, picaron a la puerta y ya nadie abrió, todos enfrascados en nuestros asuntos. Pero picó con tanta insistencia, que yo, postrante en la cama de abajo, tube que abrir. Abrí la puerta, y tan oscura era nuestra camara, que parecía que el sol cegaba nuestra "cueva". Se trataba de otro compañero, que entró y se unió a los que yacían encadenados a la televisión en las literas superiores, yo continué haciendo compañia a nuetra amiga.
Pasaron las horas aun, y comimos, todos juntos, como de costumbre en la cubierta al lado de la piscina, cubierta a la noche por la multitud adolescente de la discoteca, y por la planta manuel machado, nos dirigimos a Génova. Pese a que Génova es conocida por el Puerto de Génova no atracamos ahí sino en un tetrico y monótono puerto de cromatismo metalico.
La guía cambió y esta vez se trataba de una excentrica guia, de notadas arrugas faciales y excesivo maquillaje azul, y extensas pestañas artifiales, que a su esfuerzo de hablar español, acababa todas las palabras que terminaban en vocal, con una "n" ahogada.
Fue un largo trayecto junto a un grupo anexo a nuestro itinerario, procedentes de Murcia. Mientras la voz de la guía era interminable, podíamos observar desde el autocar, los apeninos, las montañas, ciertos cementerios de tétrica vista, y puertas góticas antiguas.
Bajamos del autocar, y en una larga ruta andando, recorrimos toda la ciudad, formando un grupo, expuesto también por la misma guía. Pasamos por el Palacio Rojo, donde había una gigantesca lámpara de oro, la más grande del mundo, decían, y algunas esculturas que pasaron desapercibidas a los ojos de su creador, Rossi.
Luego repetimos el itinerario en el Palacio Blanco, y fuimos a una plaza central de grandes dimensiones con una fuente, donde las fotografías cegaban las fuentes con los flashes. Las nubes negras monegascas se aproximaban lentamente, peviendo que llovería en Génova.
Tras el recorrido, caminando por la calle petrarca y una increible vista desde arriba, de la ciudad, nos dejaron libres en el Puerto antiguo de Genova.
Allí, nos encontramos una Caravela, de dimensiones fantásticas, semlantes al Galeón de Piratas del Caribe. Junto al amigo que nos llamó al camarote a la mañana, nos aproximamos, justo al lado del acuario, al cual no pudimos entrar y nos sacamos una fotografia conel barco como fondo.
Tratamos de aproximarnos más, pero todo estaba lleno de personas, con mala cara, y con vista hacia nosotros e turistas, así que salimos relativamente rápido de allí, y nos reunimos con el resto del grupo, que prefirió comprar regalices y nubes gigantes, a mirar el puerto de Genova.
Al cabo de una hora, recluídos en un puesto del mercadillo de Genova, todos mirando fundas para mobiles, con banderas de España y otras cosas (Paradojas, ¿no?) nos volvimos al autocar, que nos llevó de vuelta al Barco, ya a las ocho de la noche.
Pese haber terminado la ruta, la guía seguía habando y no paró hasta que la profesora se levantó para irse, cuando el autobús, se había parado ya. Nos despedimos y con rapidez, volvimos a refugiarnos en el barco.
Aproveché a salir a la cubierta, para observar la maravillosa puesta de sol, que desde el barco se veía. También aproveche, cosas que no entiendo a utilizar el roaming, para mí, geroglíficos encriptados, para gastar menos dinero, con un tanto por ciento de no se qué, y si llamaba en ese instante, pagabas un 2% menos, y matemáticas inexplicables. Pasó media hora, y ya arreglado, piqué en la habitación 152, donde se encontraba nuestra amiga,los tres de mi camarote y los cuatro del suyo, nos reunimos, y juntos, si mal no recuerdo, nos dirigimos al Gran Teatro Alameda. Separados nosotros de los otros grupos de camarotes, que se distribuían dispersos por las dos plantas que tenía el teatro, fui a buscar, una delicia, probada esa tarde, junto a dos amigas más, y un integrante de mi camarote, y nos encantó, simplemente, su esencia y Sabor.
Era un "Pink Panther" un coctail (o cóctel) hecho de fresa, coco y plátano, mezclado con un aguinaldo de cereza. en la punta.
Debido a esto, y la espera del preparación - muy lenta - del coctail, llegué tarde al espectáculo, justo de magia, mezclando más que nada, una mágia irónica, abusrda y dadaísta.
Por pasar en medio de su actuación, tapando durante un segundo a los espectadores VIP y que la camarera que me habia preparado los cócteles, me siguiese por detrás, creo un nuevo humor en el espectáculo.
Pero fue, cuando después de un rato pasado, un hada se acercó a mi. Con tal nombre y con dulce apariencia adolescente, compartí todo el espectáculo con ella. El mago, coincidiendo con su primer asiento, nos cogió, al hada y a mi, como voluntarios, y pese al espectáculo era más humorístico que mágico, pues las risas no pararon de saltar.
Ahora si queria irme pronto, a las dos de la mañana, con la rutina de la fiesta en cubierta diaria hasta las tantas, no queria que me estopease, una de mis salidas favoritas, Oh, como te amé, !Florencia!
http://www.youtube.com/watch?v=eQt5bX6fT1s
La mañana se nos despertó un tanto tranquila, siguiendo ya nuestra rutina, a la planta numero 10, Valle- Inclán, desayunando el menú diario de porciones de frutas, tortitas típicas americanas con su sirope, churros y porras y algunas tostadas recién hechas aunque un tanto..., tostadas.
Bajando otra vez a nuestras habitaciones - tras comer a una velocidad descomunal, normal aparentemente - nos quedamos allí.
La mala noticia de tener que visitar Génova tan solo por la tarde, debido a que aún no habíamos llegado a puerto, causó al principio, un cierto alivio de no ir corriendo de un lado para el otro, pero al notar que las horas, literalmente pasaban, cada vez, el hastío y el aburrimiento, se apoderó al menos de nuestra habitación, la 148.
Aún seguía oscura la habitación y dos de los componentes de la habitación - me incluía a medias - se pusieron a ver una pelicula, aquella que daban durante todo el día unas cuarenta veces, hasta el hartazgo, para complacer a aquellos que no salían de la habitación durante la estancia supuestamente temporal, en el barco. Justo daban "Sombras Tenebrosas", de Jonny Depp y aproveché para sacar la consola portátil y comenzar a jugar, pese a que el juego no era muy, digamos, conocido. Al rato, una media hora pasada, picaron a la puerta y con esperanza de haber perdido ya el tiempo hasta las 2 de la tarde, abrí, pero era una de las compañeras del viaje. Rapidamente y con insistencia se tumbó en la cama que había anclada al suelo, la única vacía, y se puso a dormir de una forma un tanto irónica. Me estire sobre el otro extremo de la cama y así quedamos durante las tres horas que faltaron para ir a comer, dos mirando repetitivamente las peliculas, ella durmiendo, tranquila de ser italiana, y yo jugando, perdiendo entre las espadas, el tiempo.
Justo antes de llegar la hora, picaron a la puerta y ya nadie abrió, todos enfrascados en nuestros asuntos. Pero picó con tanta insistencia, que yo, postrante en la cama de abajo, tube que abrir. Abrí la puerta, y tan oscura era nuestra camara, que parecía que el sol cegaba nuestra "cueva". Se trataba de otro compañero, que entró y se unió a los que yacían encadenados a la televisión en las literas superiores, yo continué haciendo compañia a nuetra amiga.
Pasaron las horas aun, y comimos, todos juntos, como de costumbre en la cubierta al lado de la piscina, cubierta a la noche por la multitud adolescente de la discoteca, y por la planta manuel machado, nos dirigimos a Génova. Pese a que Génova es conocida por el Puerto de Génova no atracamos ahí sino en un tetrico y monótono puerto de cromatismo metalico.
La guía cambió y esta vez se trataba de una excentrica guia, de notadas arrugas faciales y excesivo maquillaje azul, y extensas pestañas artifiales, que a su esfuerzo de hablar español, acababa todas las palabras que terminaban en vocal, con una "n" ahogada.
Fue un largo trayecto junto a un grupo anexo a nuestro itinerario, procedentes de Murcia. Mientras la voz de la guía era interminable, podíamos observar desde el autocar, los apeninos, las montañas, ciertos cementerios de tétrica vista, y puertas góticas antiguas.
Bajamos del autocar, y en una larga ruta andando, recorrimos toda la ciudad, formando un grupo, expuesto también por la misma guía. Pasamos por el Palacio Rojo, donde había una gigantesca lámpara de oro, la más grande del mundo, decían, y algunas esculturas que pasaron desapercibidas a los ojos de su creador, Rossi.
Luego repetimos el itinerario en el Palacio Blanco, y fuimos a una plaza central de grandes dimensiones con una fuente, donde las fotografías cegaban las fuentes con los flashes. Las nubes negras monegascas se aproximaban lentamente, peviendo que llovería en Génova.
Tras el recorrido, caminando por la calle petrarca y una increible vista desde arriba, de la ciudad, nos dejaron libres en el Puerto antiguo de Genova.
Allí, nos encontramos una Caravela, de dimensiones fantásticas, semlantes al Galeón de Piratas del Caribe. Junto al amigo que nos llamó al camarote a la mañana, nos aproximamos, justo al lado del acuario, al cual no pudimos entrar y nos sacamos una fotografia conel barco como fondo.
Tratamos de aproximarnos más, pero todo estaba lleno de personas, con mala cara, y con vista hacia nosotros e turistas, así que salimos relativamente rápido de allí, y nos reunimos con el resto del grupo, que prefirió comprar regalices y nubes gigantes, a mirar el puerto de Genova.
Al cabo de una hora, recluídos en un puesto del mercadillo de Genova, todos mirando fundas para mobiles, con banderas de España y otras cosas (Paradojas, ¿no?) nos volvimos al autocar, que nos llevó de vuelta al Barco, ya a las ocho de la noche.
Pese haber terminado la ruta, la guía seguía habando y no paró hasta que la profesora se levantó para irse, cuando el autobús, se había parado ya. Nos despedimos y con rapidez, volvimos a refugiarnos en el barco.
Aproveché a salir a la cubierta, para observar la maravillosa puesta de sol, que desde el barco se veía. También aproveche, cosas que no entiendo a utilizar el roaming, para mí, geroglíficos encriptados, para gastar menos dinero, con un tanto por ciento de no se qué, y si llamaba en ese instante, pagabas un 2% menos, y matemáticas inexplicables. Pasó media hora, y ya arreglado, piqué en la habitación 152, donde se encontraba nuestra amiga,los tres de mi camarote y los cuatro del suyo, nos reunimos, y juntos, si mal no recuerdo, nos dirigimos al Gran Teatro Alameda. Separados nosotros de los otros grupos de camarotes, que se distribuían dispersos por las dos plantas que tenía el teatro, fui a buscar, una delicia, probada esa tarde, junto a dos amigas más, y un integrante de mi camarote, y nos encantó, simplemente, su esencia y Sabor.
Era un "Pink Panther" un coctail (o cóctel) hecho de fresa, coco y plátano, mezclado con un aguinaldo de cereza. en la punta.
Debido a esto, y la espera del preparación - muy lenta - del coctail, llegué tarde al espectáculo, justo de magia, mezclando más que nada, una mágia irónica, abusrda y dadaísta.
Por pasar en medio de su actuación, tapando durante un segundo a los espectadores VIP y que la camarera que me habia preparado los cócteles, me siguiese por detrás, creo un nuevo humor en el espectáculo.
Pero fue, cuando después de un rato pasado, un hada se acercó a mi. Con tal nombre y con dulce apariencia adolescente, compartí todo el espectáculo con ella. El mago, coincidiendo con su primer asiento, nos cogió, al hada y a mi, como voluntarios, y pese al espectáculo era más humorístico que mágico, pues las risas no pararon de saltar.
Ahora si queria irme pronto, a las dos de la mañana, con la rutina de la fiesta en cubierta diaria hasta las tantas, no queria que me estopease, una de mis salidas favoritas, Oh, como te amé, !Florencia!
http://www.youtube.com/watch?v=eQt5bX6fT1s