Sueños

Todo empezó en aquel espeso bosque, de frondosos árboles, recónditos tras el velo de la noche la cual alzaba a su emperatriz al cielo vestido con su traje blanco y su báculo con el cual reinaba con su luz la oscuridad de la noche. Tras los enormes robles, de tronco ocre enroscado se hallaba un lago, de cristalinas aguas mecidas por el viento céfiro de aquella noche, de la cual surgían nenúfares como cantos de sirenas. A lo lejos, difuminada con acuarela blanca se veía una pequeña montaña, de cumbre nevada y fría como la escarcha acumulada en la punta de las hojas rojas de los robles, que se tornalunaban blancas y argentosas tras el reflejo de la Luna llena que alumbraba los reinos perdidos de aquel bosque sin fin. Aquellos reinos perdidos que se ocultaban en el bosque un día, un hombre les puso el nombre de sueños. Vanos sueños son los que se explicarán a lo largo de este relato, que, al igual que los sueños, nunca acabó ni acaba, pero tampoco acabará.

miércoles, 24 de abril de 2013

Silencios de Tinta

Silencios de tinta que, expectantes  abandonados, en el angulo oscuro, sus fieles pergaminos de antaño, utilizados, de especial forma, duermen, erguidos sobre la carpeta azul, de finas cuerdas de negro petroleo. Aún, la leve marca del vaso de cristal, sobre el aterciopelado manto, de verde esmeralda, cubierto por una fina capa de polvo, grisáceo, sustentaba sobre él, sus creadores, de sutiles impresiones de tinta, de altas teclas, negras y blancas, con estratégica y marcial posición, apta para cuando se presionase alguna, empolvada  vieja y chirriante tecla, rehusada a su sumisión, ejecutase grandes mundos de tinta, de tizne negro, a sus fines, antiguos, y arcanos usos, que, abandonadas dejan, a su suerte, -desdicha muerte - un punto, llamado, evolución.
Son pocos, más literatos, aquellos, que, nostálgicamente, por el simple hecho de aquel sonido, de ordenada cadencia, silenciosa armonía, creada de quintos intervalos, vuelven a la cámara, de secretos mundos creados, de abiertas ventanas, orientadas hacia el sol del atardecer, anaranjado, todo el estudio, de húmedas paredes, y vorágines de roja gama, sombreando los leves objetos que se interponen ante la luz, de cálida variante cromática, de pilares culturales de mármol, repletos, de variados lomos, de fragmentos de mentes, de lagunas vivas, conscientes sus paradojas atemporales,  evasiones de Media tierra, y aposentada, en el Trono de Hierro, un esqueleto de férrea composición, rectangular, racional, útil, separador de libros, de mundos, discordantes señuelos de títeres, nuestros, que moldeamos, en aquella máquina, de mágica perspectiva, de anaranjado y negro color, grisácea y rota marca, de trasfondo, tras las cortinas de amplio acabado, de azul cromado, marino, de bajeles cuentos, inspiración, y ese sonido vuelve, cadente, melancólico, canción de cuento, de final, del prologo.
                                                                           Puertas abiertas a otros mundos. 

              
                                                                                                                  Deklan Croneil



No hay comentarios:

Publicar un comentario